Y se fue, oficialmente se terminó el 2010... un año espantoso en todo sentido.
Sí, se acabó... pero eso no significa nada más que cambiar el calendario, ojala cada vez que finalizara un año también se terminaran y olvidaran las cosas que uno detesta, los malos momentos, la gente que nos lastimó, extrañar a quienes perdimos, las situaciones que nos dolieron hasta la médula... ojala todo lo malo se pudiera ir con el año que acabó. Pero no, las cosas nunca son tan mecánicas y quizás tampoco sería bueno que fuera así, sino, de dónde obtendriamos experiencia?. No lo sé, pero por algún momento mientras miraba los fuegos artificiales reflejados en el mar desee que todo lo que mencione se fuera del mismo modo que esas bellas luces de colores se extinguian.
Quisiera dejar ir.
Dejar ir las situaciones que me lastimaron.
Dejar ir todo lo que salió mal, por más ganas que le puse.
Dejar ir todas esas personas "cero aporte".
Dejar ir las pesadillas.
Dejar ir todo aquello que no pude controlar.
Dejar ir la angustia.
Dejar ir esa sensación de que estoy perdida en la vida.
Y en eso estoy, acá, en la montaña que tantos buenos y malos momentos me ha traido, comenzando el año con mucho trabajo, quizás intentando distraer mi mente, sí... mantenerla ocupada y no pensar, no pensar hacia atrás. Hoy, aqui y ahora quiero mirar hacia adelante, quiero haber aprendido de todo lo malo y no volver a tropezar, aunque en el fondo nada me lo asegura, pero yo seguiré siendo -como me dijo un buen amigo- un mono porfiado, de esos que por más golpes que les den se vuelven a poner de pie una y otra vez.
Quiero recuperar mi orgullo, ese que fue pisoteado en el suelo y no me dejaba asumir que todo lo que hice no valio la pena.
Ni un poquito.